Primero que nada, celebremos que por fin subí algo. Si de por sí el año pasado estuve medio desconectada, ahora imagínense con el peso de la uni y la vida como foránea...
En fin, les hablaré de un clásico que me gustó demasiado y que espero se animen a leerlo si no lo han hecho. La historia gira en torno a Martín Santomé, un viudo con tres hijos que está a punto de jubilarse y comienza a escribir en su diario lo que sucede en su vida tan monótona y sin relieve. De pronto, la joven Laura Avellaneda aparece en su vida, como su nueva empleada y desde ese momento, su vida no vuelve a ser la misma.
No encuentro las palabras para describir lo que este libro provoca; como todo clásico, pensé que sería algo pesado de leer; sin embargo su estructura en forma de diario lo hace más ligero y conciso. Los temas que Benedetti aborda van desde religión, política, amor, soledad, familia, muerte, entre otros; lo que lo hace un libro completo, a mi parecer.
A lo largo de la historia, se sabrán más cosas sobre nuestro protagonista, sobre su vida, sobre Laura, sobre sus hijos e incluso sobre algunos empleados y amigos. Cada intervención de alguno de estos personajes secundarios o ambientales tienen un motivo, por lo que se podría decir que no hay escenas de relleno.
El único "pero" que le pongo es una mini escena donde nuestro protagonista realiza un comentario y no sé si era la opinión del autor o una crítica... pero el punto es que no me agradó ese pensamiento en lo absoluto.
Si algo aprendí de este libro, es a no esperar a que las cosas pasen, si no hacer que las cosas pasen. No esperar a la jubilación ni cerrarse a experiencias solo por que se piensa que no es el momento adecuado, o bien, la situación no es la correcta. Me enseñó a valorar un poco más el tiempo, la comunicación entre nuestra familia, pero sobre todo, la compañía de nuestros seres queridos.
Blanca tiene por lo menos algo de común conmigo: también es una triste con vocación de alegre.
Salir adelante con mis hijos era una obligación, el único escape para que la sociedad no se encarara conmigo y me dedicara la mirada inexorable que se reserva a los padres desalmados. No cabía otra solución y salí adelante. Pero todo fue siempre demasiado obligatorio como para que pudiera sentirme feliz.
Hay momentos en que tengo y mantengo la lujosa esperanza de que el ocio sea algo pleno, rico, la última oportunidad de encontrarme a mí mismo.
Hay una especie de reflejo automático en eso de hablar de la muerte y mirar en seguida el reloj.
Para concluir, solo quiero informar que el blog tendrá un pequeño cambio: ya no será literario. Después de mucho sin publicar y comenzando este 2017, Yam y yo decidimos que este es nuestro espacio para escribir y no necesariamente deseamos compartir nuestras experiencias literarias, sino también sobre películas, series, música, viajes, cualquier cosa que cruce nuestra mente, cualquiera de nuestras experiencias, etc. Así que, de ahora en adelante, encontrarán contenido más variado y esperemos que más seguido. No podemos prometerlo, pues no tenemos control alguno sobre nuestra vida y a veces nuestro tiempo está muy saturado y, seamos sinceros, hay prioridades; pero lo que sí puedo asegurarles es que procuraremos subir más entradas este año. Al menos por mi parte, trataré de encontrar el balance entre la carrera, estudiar otro idioma, vida de foránea y practicar buceo.
Un beso,
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